sábado, 19 de febrero de 2011

Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
                                       Pablo Neruda




viernes, 5 de noviembre de 2010

Nos mataron anoche

-Nos mataron anoche
-¿Quiénes?
No les ví pero supongo que fueron tres. Yo estaba con Carmelita debajo de la cama cuando conté los zapatos. Pobre de mi hijita, estaba enferma de su pierna y de hambre.
- Ésta maldita crisis, nos está volviendo a todos locos y de paso, nos está negreando el alma..
-Nos mataron por mil pesos y una tele pirata. Los mil pesos era para que el doctor callará el dolor de Carmelita. La pobre, lloró cuando su piernita morada choco contra la cabeza de su padre.
-¿Éstas seguro de nadie sabe nada?
- ¿Qué no me oye? Le estoy diciendo que nos mataron anoche. Estoy a un lado de usted, con las manos llenas de sangre, llorando a mi marido y abrazando a mi niña.

Nov. 2

 Quand j’étais une petite fille, je me souviens que j’attendais avec impatience « el día de muertos ».  Je n’ai jamais connu mes grands-parents, ils sont morts avant ma naissance.  Cette journée était donc pour moi le seul moment de l’année où mes grands-parents pouvaient me rendre visite et où j’aurais l’occasion de « convivir » (passer un bon moment) avec eux.  J’ai le très net souvenir d’aider ma mère à préparer « el altar » (l’autel); nous laissions à la dispositions de « nuestros muertos » ce qu’ils avaient aimé manger et boire de leur vivant.  Ma mère préparait un autel tout simple parce que nous avions peu d’espace, mais elle ne manquait jamais de laisser à mes grands-parents un peu de mole, de tortillas, de tamales, de l’eau et aussi les cigarettes que son père aimait fumer.  Je me souviens très bien que lorsque je constatait que le niveau de l’eau avait diminué, j’étais très heureuse parce que je savais que mes grands-parents étaient venu nous rendre visite; plus tard j’ai bien sur découvert que la chaleur des chandelles avait contribué à l’évaporation de l’eau.  Ce jour là, c’est comme si j’avais découvert que les « Reyes Magos » (les rois mages) et le Père-Noël n’existaient pas.